Como Elegir una buena Mochila.


Cuando decidimos iniciarnos en la práctica de actividades de montaña, ya sea senderismo, alpinismo, trail, btt…. Elegir correctamente el material adecuado para cada actividad es clave; y una parte importante del mismo con el que debes equiparte es la mochila. Si estás pensando en adquirir tu primera mochila (o a renovar tu vieja compañera) puede que estos consejos te orienten para no acabar saliendo de la tienda con una mochila preciosa, llamativa y de gran capacidad, pero nada parecida a lo que realmente necesitas. 


Lo más importante a la hora de hacer una buena elección es fijarnos algunos puntos elementales: su capacidad, la talla de la espalda, el bastidor, el cinturón lumbar y las hombreras. Los demás elementos que conforman una mochila también son importantes, pero no influyen tanto y dependerán de las actividades que vayamos a realizar.


Talla: como en la ropa, todas las mochilas tienen talla (o permiten ajustar la longitud del respaldo) y escoger la correcta es fundamental para que la talla de la mochila se ajuste a la longitud de nuestra espalda. Esta longitud debe coincidir con la distancia entre la base del cuello y el final del hueso de la cadera.

Bastidor: es el elemento que soporta y trasmite la carga al cinturón, por lo que debe tener una buena rigidez. Los hay de multitud de materiales y diseños (aunque ya están en desuso los de aluminio) y en algunos modelos se puede extraer y moldear para adaptarlo a la forma de nuestra espalda o incluso usarse como almohadilla. Cada vez más modelos incluyen rejillas o mallas que permiten una mejor ventilación de la espalda y adaptarse a las diferentes condiciones térmicas y deportivas, pero con el inconveniente de que al separar la mochila de la espalda modifican el centro de gravedad.

Cinturón lumbar: es la pieza fundamental de una mochila, ya que transmite el 80% del peso a las caderas, liberando la espalda y hombros de la mayor parte del mismo, y transmitiendo directamente a nuestras piernas, que soportan mayores cargas que nuestra espalda. Deben ser anchos y cómodos, se deben ajustar en la parte superior de las caderas y adaptarse completamente a nuestro cuerpo. Existen modelos diseñados específicamente a la anatomía femenina. Pruébate la mochila con algo de peso sin pasar los brazos por las hombreras, sólo sujeta con el cinturón lumbar abrochado; si mantiene la posición vertical y no se separa de tu espalda es que funciona.

Hombreras:el 20% del peso de la mochila irá a parar a los hombros y espalda a través de las hombreras. Es fundamental ajustarlas correctamente para mantener bien equilibrado el peso y repartir la carga por igual entre los dos hombros. Han de estar tensas y recorrer el pecho y hombros, manteniendo el contacto con el cuerpo. Cuanto más anchas, más superficie de contacto con el cuerpo y el peso se reparte mejor. Un buen acolchado permitirá que el contacto sea más cómodo. Algunos modelos incorporan asas de pecho, que permiten tirar con los dedos liberando algo de carga en las subidas más duras. 


Ahora debemos pensar para qué queremos la mochila. Por un lado, debemos fijarnos en su capacidad. Como ya hemos dicho va a depender mucho del tipo de actividad que vayamos a realizar con ella.


La capacidad de una mochila se mide en litros. Para una actividad no técnica de un día puede servirnos una mochila de entre 30-35 litros. Para un par de días, una mochila de entre 35 y 50 litros será suficiente, y para más días 50 a 70/90 litros, en función del material a transportar.
Además, existen accesorios o complementos técnicos que nos pueden aportar, o no, ayudas en función del tipo de actividad que vayamos a realizar: actividades invernales, travesías, escalada…

Portapiolet: mejor si son dos, deben estar bien orientados y mantener el instrumento bien pegado a la mochila. Evita aquellos de gomas elásticas (demasiado habituales) que terminan dando de sí.

Guarda crampones: deberíamos mantener este material siempre a mano, por lo que el mejor lugar es fuera, para que sea de fácil acceso y no nos dé pereza buscarlo dentro de la mochila.

Portaesquís: deben ser laterales, para mantener el peso equilibrado, y trabar el skí por la talonera de la fijación; en la parte superior no debe quedar forzado el cierre. Si los cierres de las hebillas son metálicos (mejor que los de plástico) evitaremos roturas inoportunas.

Sonda y pala: las mochilas para actividades invernales normalmente ya incorporan compartimentos específicos para este material.

Mochilas para alpinismo o escalada: algunas mochilas están diseñadas específicamente para estas actividades. Suelen ser compactas, con la parte inferior estrecha y elevada para no molestar con el arnés. Permiten transportar y tener a mano gran cantidad de material gracias a sus numerosas anillas. La cuerda y el casco deben quedar firmemente sujetos para no balancearse.

Sistemas de hidratación: Tener el acceso fácil y rápido al agua hace que bebamos más que si tenemos que pararnos y abrir la mochila cada vez que queramos beber. Muchas incorporan ya los camelbacks (una bolsa para el agua con un tubo que permite beber sin sacarla de la mochila), pero si no te gusta el sabor que adquiere el agua otra buena opción son los porta botellas laterales.

En cualquier caso, debemos escoger siempre una mochila que nos resulte cómoda y confortable, ya que compartiremos muchas horas con ella a nuestra espalda, y adaptada al uso que vayamos a darle.

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